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viernes, 29 de junio de 2018cermi.es semanal Nº 308

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Entrevista

Concha Díaz, presidenta de la CNSE

“En cuestión de derechos hay que tener ambición y no contentarnos con cualquier cosa”

22/06/2018

Rafael Olea

La Confederación Estatal de Personas Sordas (CNSE) ha reelegido por mayoría absoluta a Concha Díaz como presidenta de esta organización para los próximos cuatro años. Díaz, que lidera esta entidad desde 2010, advierte que “en cuestión de derechos hay que tener ambición y no contentarse con cualquier cosa”. Asimismo, reclama que “los bienes y servicios disponibles para el conjunto de la ciudadanía, lo estén también para las personas sordas. Porque los derechos, si no son para todas y todos, no son derechos”.

Concha Díaz, presidenta de la CNSEHa sido reelegida presidenta de la CNSE durante la LXXII Asamblea General previa al Congreso que la Confederación ha celebrado en Bilbao. ¿Qué proyectos se plantea en su nueva etapa como presidenta?
 
Todos aquellos que favorezcan que las personas sordas podamos ejercer nuestros derechos fundamentales y libertades ciudadanas. Es importante prestar atención a las demandas que planteamos las personas sordas desde el respeto a nuestra heterogeneidad comunicativa y de cualquier otro tipo, ya que solo así conseguiremos una igualdad de oportunidades real. Se deben poner a disposición de nuestro colectivo todos los recursos necesarios para garantizar nuestro acceso a cualquier ámbito de la vida, y apostar por una visión abierta que huya de prejuicios y etiquetas que nada aportan a nuestro bienestar y progreso.
 
Además, acabar con la discriminación que afecta a las personas sordas supone también acabar con la minusvaloración que se hace de la lengua de signos española y la lengua de signos catalana. Por ello, se requiere la puesta en marcha de medidas efectivas de protección y salvaguarda, como su reconocimiento como patrimonio cultural inmaterial y su inclusión en la Constitución española como una lengua más. 
 
El eslogan de su programa electoral era ‘La causa que nos une’. ¿Cuál es esa causa a la que hace referencia?
 
Juan Luis Marroquín, nuestro primer presidente, hablaba de “nuestra causa” para referirse a la situación de las personas sordas y la necesidad de estar unidas por el bien común, en la lucha contra el aislamiento, la discriminación, la incapacitación o la falta de derechos a la que la sociedad nos condenaba. Él asumió la presidencia de la por entonces denominada Federación Nacional de Sociedades de Sordomudos de España en 1936, en momentos extraordinariamente duros para todos y todas y más para  colectivos especialmente vulnerables como el nuestro. La “causa” es hoy este gran proyecto común, aquello que nos mueve a las organizaciones de personas sordas, que no es otra cosa que seguir conquistando nuestros derechos ciudadanos sin exclusiones de ningún tipo y, con ello, construyendo y consolidando la democracia en nuestro país y en la Europa de la que formamos parte.
 
Llegó a la presidencia de la CNSE en el año 2010. ¿Qué balance hace de estos ocho años? ¿Cómo ha cambiado la Confederación desde entonces?
 
Nos tocaron momentos bastante complicados con una crisis económica tremenda y estando ya inmersas en una sociedad globalizada, de rápidas transformaciones, que obligan a que las entidades cambien y, con ellas, las estructuras organizativas, los procesos de trabajo y las propias personas. Y creo que la CNSE ha sabido fluir, incorporar todos los cambios e innovaciones necesarias a nivel organizativo, de gestión y de política asociativa con valentía, y al mismo tiempo mantenerse fiel a su misión y sus valores. Yo diría que hemos sabido aunar la sabiduría y experiencia de generaciones anteriores con la de la juventud sorda que viene pisando fuerte, muy preparada y con una ilusión tremenda por avanzar y arriesgar. Pero, además, muy claramente hemos feminizado la forma de hacer política asociativa, lo que internamente llamamos política sorda. Y eso ha tenido un impacto muy positivo y se nota en la toma de decisiones y en el tipo de decisiones que se toman, en el reparto de responsabilidades, en el tipo de acciones que se priorizan, en la gestión de personas, etc. Consejo de la CNSE
 
Por otro lado, en estos años hemos trabajado intensamente en la defensa y empoderamiento de las personas sordas y sus familias,  en el fortalecimiento de nuestro movimiento asociativo de manera que confluyamos todas las entidades asociativas de personas sordas hacia un proyecto común, y en la reivindicación del uso de las lenguas de signos españolas como un derecho fundamental para garantizar nuestra inclusión efectiva, partiendo siempre de máximas como el respeto a la diversidad, la transparencia, la integridad y la solidaridad.  Porque al fin y al cabo, eso es lo que nos distingue.
 
¿Y la situación de las personas sordas en la sociedad?
 
Gracias a la unidad y al trabajo incansable de nuestra red asociativa y de la propia CNSE, nuestros derechos se han abierto paso. De manera general, las personas sordas contamos ahora con una mayor visibilidad y reconocimiento de nuestras capacidades, y socialmente el apoyo a la lengua de signos y nuestras necesidades de comunicación, no solo se entiende, sino que se respeta y comparte, como demuestra el reconocimiento de un  Día Nacional de las Lenguas de Signos Españolas en nuestro país. Hemos asistido a la irrupción de la teleasistencia accesible para las personas mayores sordas gracias a la plataforma VIDASOR, a la presencia del servicio de videointerpretación para personas sordas SVIsual en servicios de atención ciudadana tan destacados como el teléfono 016 de asistencia a víctimas de la violencia machista o la Policía. También, a la promulgación de normas que establecen la presencia de la lengua de signos en el ámbito educativo y en la administración pública, a una mayor oferta de ocio y cultura inclusiva; y a una teórica aplicación efectiva de la ley 27/2007. Pero recuerdo que, aunque hemos avanzado en ciertas cosas, quedan muchas otras por hacer.
 
¿Cuál es la situación actual del colectivo de personas sordas en la sociedad? 
 
A nivel de legislación, nuestros derechos están reconocidos, legitimados, como derechos humanos.  Sin embargo, en el día a día las personas sordas tenemos serias dificultades para lograr o mantener el trabajo y para promocionar en él. Vivimos en un entorno cada vez más exigente con la preparación y la cualificación de sus ciudadanos y ciudadanas pero que dificulta nuestro acceso a la formación. Apenas disponemos de opciones para educarnos en escuelas que incluyan la lengua de signos y cuenten con profesionales sordos en sus programas educativos. Estamos expuestos a información permanente que, la mayoría de las veces, no es accesible para las personas sordas; y la falta de recursos económicos y de voluntad política afecta a nuestro acceso a numerosos productos, bienes y servicios necesarios para hacer nuestra vida en condiciones de igualdad.
 
¿Cuáles son los retos y los objetivos que se plantea de cara al futuro?
 
Muchos. Mejor dicho, todos, porque en cuestión de derechos hay que tener ambición y no podemos contentarnos con cualquier cosa. Hay que seguir trabajando para que hospitales, aeropuertos, servicios de emergencia, contenidos culturales, productos tecnológicos, teléfonos de atención ciudadana, web y cualquier producto, bien o servicio a disposición de la ciudadanía estén adaptados y sean accesibles y asequibles para las personas sordas y sus familias, cualquiera que sea sus circunstancias y forma principal de comunicación. 
 
Que las personas sordas tengamos las mismas oportunidades para el acceso y la promoción en el empleo, sea en empresas ordinarias o en el ámbito de la función pública, así como las mismas facilidades para el emprendimiento. En relación a los servicios de interpretación y de videointerpretación, es importante que se garantice su carácter universal y gratuito, así como su calidad. 
 
¿Y en materia de educación?
 
La ministra de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, Carmen Montón, y Concha DíazNo podemos permitir que siga ocurriendo lo que año tras año sucede al inicio del curso: alumnado sordo sin intérpretes. Lo mismo ocurre en materia de formación reglada, ocupacional o continua, ya que el hecho de que no sea accesible para las personas sordas supone un agravante a la hora de conseguir un empleo, mantenerlo o promocionar en el mismo. 
 
También los idiomas suelen suponer un obstáculo para la formación y el empleo. Tengamos en cuenta que para titularse en un grado hace falta contar con el –nivel– B1 de un idioma extranjero y, sin embargo, el alumnado sordo carece de adaptaciones de cara a su aprendizaje. 
 
Insistimos en que cualquier familia con hijos sordos, sea cual sea su lugar de residencia, debe poder optar también a un modelo de atención temprana que incluya la lengua de signos así como un modelo educativo integral, donde se trabaje tanto con la lengua oral como con la lengua de signos, además de los idiomas extranjeros. Y, para ello, es tan importante que se legisle sobre una educación también en lengua de signos para las personas sordas, así como que las administraciones educativas y los centros docentes mantengan actitudes abiertas, siendo los primeros capaces de facilitar a los centros los recursos necesarios. Intención la hay, nos consta, pero al final no termina de darse el salto de lo teórico a lo práctico.
 
Asimismo, trabajamos por un 100% de la programación televisiva subtitulada y con calidad, que cuente con interpretación a la lengua de signos, así como campañas informativas y educativas de interés general. En definitiva, que los bienes y servicios disponibles para el conjunto de la ciudadanía, lo estén también para las personas sordas. Porque los derechos, si no son para todas y todos, no son derechos.
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